Buenas prácticas para reducir la huella de carbono en ganadería
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Claves para una producción más sostenible y eficiente
La ganadería es una actividad esencial para la alimentación y la economía, pero también contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero, principalmente metano, óxido nitroso y dióxido de carbono. Reducir la huella de carbono en este sector no solo es posible, sino que puede mejorar la eficiencia productiva, reducir costes y aumentar la aceptación de los productos en un mercado cada vez más consciente con el medio ambiente.
Entre las buenas prácticas más efectivas destacan:
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Optimización de la alimentación del ganado
Incorporar dietas equilibradas y aditivos naturales que mejoren la digestión de los rumiantes puede disminuir la producción de metano. El uso de forrajes de alta calidad y la reducción del desperdicio de alimento son medidas clave. -
Gestión eficiente de estiércoles y purines
Implementar sistemas de almacenamiento cubiertos, compostaje controlado o biodigestores para producir biogás ayuda a minimizar las emisiones de gases y a generar energía renovable para la explotación. -
Mejora genética y manejo reproductivo
Seleccionar animales más eficientes en la conversión de alimento en producto (carne o leche) y optimizar el intervalo entre partos reduce la huella por unidad producida. -
Pastoreo rotacional y regenerativo
Favorecer la regeneración del pasto y el aumento de materia orgánica en el suelo ayuda a capturar carbono y mejorar la biodiversidad. -
Uso de energías renovables en la explotación
Incorporar paneles solares, energía eólica o sistemas de eficiencia energética en instalaciones y maquinaria disminuye el uso de combustibles fósiles. -
Formación continua y registro de datos
Medir y registrar las emisiones y consumos permite identificar áreas de mejora y aplicar cambios más efectivos.
Conclusión: Adoptar buenas prácticas para reducir la huella de carbono en ganadería no es solo una cuestión medioambiental, sino también una estrategia para mejorar la rentabilidad y la imagen de la explotación. Con cambios progresivos y bien planificados, es posible producir de manera más sostenible sin comprometer la calidad ni la productividad.